Today, Jesus gives us his new commandment: “Love one another. As I have loved you, so you also should love one another.” What a challenge this is! Consider how Jesus loved us: he lived and died for us! Loving people like Jesus does is not an easy commandment to keep, yet we must keep it. As Saint Paul preached, “It is necessary for us to undergo many hardships to enter the kingdom of God.”
It is not easy to love as Christ loves, but the Lord assists those who seek to please and serve him. God matures us in love through our ordinary, daily lives. And God perfects us in love through our hard times. We have no lack of opportunities: daily life gives us countless chances to love as Jesus would. And wherever we are too weak to grow or change ourselves, the Lord permits us to experience difficulties in order to transform us. Like a doctor, he sometimes gives us bitter medicine to cure our illnesses.
I have seen this happen in my own life. When I was little, it was painful to be teased by my peers, but this led to my practice of treating everyone kindly. When I was older, it hurt to discover that the first woman I fell in love with did not share my feelings, but this experience cured me of my cynicism about the beauty of romantic love. When I was newly ordained, my first assignments were challenging, but this made me a better priest. All these things displeased me at the time, but now I am grateful for their results.
Can you see how God has used the difficulties of your life to make you become more like Jesus Christ? Then do not lose heart when new difficulties come to you. Through all these things, our love is being made into the perfect likeness of Jesus Christ. God refuses to leave us as we are. Instead, as the One who sat on the throne said, “Behold, I make all things new.”
Hoy, Jesús nos da su mandamiento nuevo: “Que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.” ¡Qué desafío es esto! Considere como Jesús nos ha amado: él vivió y murió por nosotros! Amar a las personas como Jesús no es un mandamiento fácil de mantener, sin embargo, deben mantenerlo. Como San Pablo predicó: “Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.”
No es fácil amar como Cristo ama, pero el Señor ayuda a aquellos que tratan de agradar y servir a él. Dios nos madura en el amor a través de nuestras vidas cotidianas. Y Dios nos perfecciona en el amor a través de nuestros tiempos difíciles. No tenemos ninguna falta de oportunidades: la vida cotidiana nos da innumerables posibilidades de amar como Jesús lo haría. Y donde estemos demasiado débiles para crecer o cambiar nosotros mismos, el Señor nos permite experimentar dificultades para transformarnos. Él es como un médico, que a veces nos da la amarga medicina para curar nuestras enfermedades.
He visto que esto suceda en mi propia vida. Cuando era pequeña, era doloroso para ser objeto de burlas por mis compañeros, pero esto me llevó a la práctica de tratar a todos con amabilidad. Cuando fui mayor, me dolía al descubrir que la primera mujer que me enamoré no compartía los mismos sentimientos que yo tenia, pero esta experiencia me curó de mi cinismo acerca de la belleza del amor romántico. Después de mi ordenación, mis primeros trabajos fueron duros para mí, pero me hizo un mejor sacerdote. Todas estas cosas me disgustaron en su momento, pero ahora estoy agradecido por sus resultados.
¿Puedes de ver cómo Dios ha usado a las dificultades de tu vida para hacer más como Jesucristo? Entonces no perder el corazón cuando las nuevas dificultades vengan a ti. A través de todas estas cosas, nuestro amor se convirtió en la imagen perfecta del amor de Jesucristo. Dios se niega a dejarnos como somos. En cambio, como el que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas.”
Leave a Reply